domingo, 17 de enero de 2010

Prólogo de Francesc Escribano

Me he preguntado mil veces cuál es la esencia de nuestro oficio y confieso que no estoy muy seguro de saberlo. Francamente, después de algunos años de práctica, no sabría definir con claridad cuál es la línea que separa “el mármol sobrante” de la realidad –recuerda el autor de este libro la idea con la que Michelangelo se refería a su trabajo de escultor como una habilidad para sacar el mármol sobrante de un indefinido y vasto bloque pétreo- y la realidad que mostramos a través de los reportajes.
Es la nuestra una profesión marcada por la acción, donde, aparentemente, la presión del tiempo y de la competencia deja poco espacio para la pausa y la reflexión. En algunas ocasiones, los profesionales con años de experiencia pasan por la Academia para explicar a las futuras generaciones de periodistas audiovisuales la ciencia empírica que ilumina el proceso de explicar historias reales en televisión. En ese momento, cuando los profesionales que llevan tiempo en la práctica diaria se encuentran ante el reto de sintetizar y verbalizar toda su experiencia para transmitirla a los alumnos, es cuando se dan cuenta de la gran base teórica y de la enorme carga reflexiva que han acumulado a lo largo de su carrera. En este oficio, si no piensas no eres nadie, jamás conseguirás destacar profesionalmente si no eres capaz de sobreponerte al ritmo frenético de la actualidad y, en determinados momentos, disponer de un mecanismo mental que te hace ver la realidad a cámara lenta para poder comprenderla antes de explicarla. Vivimos haciendo preguntas a los demás, pero sólo somos capaces de mejorar cuando empezamos a hacernos preguntas a nosotros mismos.

Jaume Vilalta, el autor de este libro, es un espíritu inquieto que se interroga constantemente sobre lo que hace y cómo lo hace. Además, acierta en el momento de formular las preguntas que se hace a sí mismo, algo que puede parecer fácil y que no lo es en absoluto. Conocí a Vilalta hace veinte años y fuimos compañeros durante algunas temporadas en los inicios del programa Trenta Minuts de Televisió de Catalunya. En aquellos tiempos el reportero Vilalta –como él mismo confiesa en el libro- soportaba mejor “estar sin novia que estar sin tema”. Como ser humano, un reportero sin tema es un personaje poco recomendable, la constante y solitaria búsqueda de temas le transforma -nos transforma- en un pesado egoísta que daría cualquier cosa por tener un reportaje entre manos. El periodista está enchufado permanentemente a la realidad y a la actualidad, en la mayoría de los casos una adecuada conexión tranquiliza la conciencia de un profesional. Pero estar al día no es suficiente para un reportero y no conseguirá calmar su ansiedad si no tiene una buena historia que investigar y contar.
En su libro, Jaume Vilalta condensa la experiencia de años realizando reportajes. Es extraordinariamente claro y concreto, lleno de imágenes poderosas y de jugosas metáforas, de frases lapidarias surgidas de lo más profundo y lúcido de las redacciones de los programas en los que ha trabajado. Pero el aspecto más importante del libro es la sistematización exhaustiva del proceso de elaboración de los reportajes. Desde el momento en que se tiene la idea, -o para ser más exactos, desde el momento en que no se tiene ninguna idea y se empieza a buscar-, hasta el momento final en el que se emite la obra.
La lectura del libro me reafirma en la convicción de que el trabajo del reportero, y en general del periodista, es elemental y básico. En la mayoría de los casos, el espíritu del reportero o la misma esencia de esta profesión se fundamenta más en la sensibilidad y en el sentido común que en la consistencia y el dominio de un corpus teórico y de conocimientos generales y específicos. Finalmente el trabajo de un buen reportero consiste en saber mirar la vida, en aprender a escuchar a la gente y en la habilidad para estructurar todo lo que se ha visto y se ha escuchado y explicarlo de la manera más atractiva posible.
El trabajo del reportero consiste en deshacer las madejas de los diferentes hilos temáticos que fluyen de la realidad que nos envuelve y, después, tejer con imágenes y palabras la tela de la que toman vida las historias.
Para ser un buen artesano y lograr que las historias viajen es necesario haber pensado mucho. Y en esta materia, como en tantas otras de la vida, sólo pensamos de verdad cuando nos enfrentamos a una realidad adversa, cuando fracasamos en nuestros intentos, cuando nuestras expectativas se ven frustradas, cuando las cosas no salen como habíamos previsto... Es entonces, y sólo entonces, cuando dejamos de seguir la corriente dominante y empezamos a movernos por cuenta propia. Todo lo que sabe Vilalta, todo lo que de verdad sabemos los reporteros y documentalistas, lo ha aprendido de los mil contratiempos que ha superado a lo largo de una fructífera trayectoria profesional. Quizá el secreto de la superación esté en alguna esencia oculta que nos ilumina como reporteros, o tal vez en el espíritu o en la vocación... No estoy muy seguro de poder encontrar razones tangibles en virtudes etéreas. Por eso, este libro, se centra en valores concretos y palpables que pueden resultar enormemente útiles para todos aquellos que se quieran dedicar profesionalmente a este trabajo. Por ese motivo este libro no vende secretos sino que nos brinda la única alternativa posible para sobrevivir como reportero: método. Las esencias siempre son difíciles de definir, y no faltará nunca algún escéptico más que dispuesto a poner su existencia en cuestión. Por esa razón este trabajo nos ofrece algo absolutamente necesario: un método claro, contrastado y explicado de manera sistemática y metódica. Y eso, les puedo asegurar que es mucho.
Francesc Escribano Director de Televisión de Catalunya, 2006

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